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La evaluación visual de rutina permite detectar a tiempo cambios en la visión y prevenir enfermedades oculares que pueden pasar desapercibidas en sus etapas iniciales.
Durante este examen se evalúan aspectos como la agudeza visual, la presión intraocular, el estado de la retina y el funcionamiento del sistema visual en general.

 

Estas pruebas ayudan a identificar condiciones como miopía, hipermetropía, astigmatismo, glaucoma, cataratas, y retinopatía diabética, entre otras.

Se recomienda realizar una evaluación visual una vez al año, incluso si no hay síntomas, ya que una detección temprana es clave para conservar una visión saludable a largo plazo.